Comprometido desde hace años con la educación de los jóvenes, especialmente de los barrios marginales, Jean-Marie Petitclerc se enfrenta ahora, como muchos educadores o padres, a un fenómeno nuevo: la radicalización de los jóvenes. Son muchos los que abrazan un islam fanático, terminando en las filas del Daesch. Esta actitud de intransigencia radical ha sorprendido a todos los observadores por su brusca aparición. ¿Se puede explicar solamente por las diferencias económicas y la situación actual de las periferias? ¿Es más la expresión de una falta de ideales o de una búsqueda religiosa? Sobre todo, ¿cómo reaccionar frente a este movimiento y sacar a los jóvenes de este callejón sin salida? Es urgente que adultos responsables transmitan a las nuevas generaciones, verdaderas razones para vivir y esperar.
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