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Esta novena quiere ser una aportación para celebrar la Jornada por la Vida propuesta por Juan Pablo II, con motivo de la fiesta de la Anunciación del Señor que se celebra cada año el 25 de marzo.
La defensa de la sacralidad de la vida humana no es, en primer lugar, un empeño ético, sino una consecuencia de adorar a Dios en espíritu y en verdad, de adorar a Aquel que envió al mundo a su Palabra para hacerse carne y acampar entre nosotros a fin de que pudiésemos contemplar su gloria.
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