Bartimeo no tiene ninguna razón para reír en su vida: es un mendigo y, además, es ciego. Desearía ardientemente encontrarse con Jesús, pues ha oído que Jesús puede curarle. Un día se le presenta una gran ocasión (cf. Lc 18,35-43).
Esta web utiliza cookies para obtener datos estadísticos de la navegación de sus usuarios. Si continúas navegando consideramos que aceptas su uso. Más información Aceptar