Los primeros responsables de la educación son los padres, pero los profesores somos también educadores. Reducir el trabajo escolar a pura instrucción es un error. Lo importante no es el contenido de la enseñanza; lo esencial es la personalidad del alumno. Ser buenos profesionales es fundamental, pero reducir nuestro trabajo a mera profesionalidad o instrucción es devaluar la vocación de educadores. De la experiencia educativa de Don Bosco, educador que supo llegar al corazón de los jóvenes, se ofrecen 10 criterios concisos para educar a los alumnos.
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