Jean-Marie Petitclerc, salesiano que ha dedicado toda su vida a los jóvenes en dificultad, aceptó la invitación de preparar y presidir esta celebración en una de las zonas más emblemáticas de París: los Campos Elíseos. Lo que más le impresionó, de este Vía Crucis, fue la calidad del silencio que reinaba en las aceras y en las terrazas abarrotadas de los restaurantes. Ninguna provocación, ninguna animosidad por parte de nadie. Por el contrario, un gran respeto ante este acontecimiento. Se sentía en el ambiente la fuerza de la interpelación. El escándalo de la cruz de Jesús continúa interpelándonos con fuerza, para que todos nos movilicemos en el combate contra la violencia y la exclusión.
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