Nino Baglieri queda tetrapléjico a los 17 años, por un accidente laboral. Solo puede mover la cabeza. Tras diez años de desesperación, descubre que Dios le ama. No le retira la cruz, pero se la hace amar y gozar: «Dios cambió mi sufrimiento en gozo». Recorre Italia en silla de ruedas. Escribe con la boca libros y cientos de cartas. Trasmite a los jóvenes el gozo de saber que son «las perlas de Dios», sus privilegiados.
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