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En la actualidad la manera para proponer una vocación sacerdotal se confía a la propia candidatura: es el propio candidato quien se presenta y pide ser aceptado para «convertirse en sacerdote». Si la perspectiva fuera más eclesial, sería la comunidad en su conjunto la que elegiría a un candidato y verificaría sus capacidades en vista a un seguimiento maduro y responsable. Pero hoy el planteamiento no es de este tipo: los que piden entrar en el seminario consideran que su propia disponibilidad personal es más que suficiente, viviendo el proceso formativo como una prueba selectiva que hay que superar. Partiendo del contexto actual de «fin de la cristiandad», el libro examina en sus líneas fundamentales la estructura de la formación en los seminarios, que sigue siendo la establecida por el Concilio de Trento (siglo XVI), y propone una hipótesis diferente para el itinerario de formación de los futuros sacerdotes y, por tanto, un modelo de seminario diferente.
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