Gracias, Santidad, por haber aceptado el encargo del Señor de conducir a su Iglesia en este tiempo de incertidumbres, tan necesitado de esperanza. Su magisterio firme y profético, nos ha hecho vislumbrar un nuevo día que en sus palabras y en sus gestos ha comenzado a alborear ante nosotros.
Nos ha ayudado en estos años a mantener vivo el espíritu del Concilio Vaticano II y ha acompañado a nuestra Iglesia por las sendas de la renovación que hace sesenta años encendió el corazón de los creyentes. Sus viajes a la icónica isla de Lampedusa, el símbolo de la iniquidad, de las fronteras humanas, de los paraísos soñados y negados, de la impotencia de occidente para darle la vuelta a la realidad, de la indiferencia de quienes piensan que aquí sobran los que de aquí no son, han marcado su estilo como pastor. Está de parte de los últimos, de los descartados, de los que no importan. Son más que gestos. Son un abrazo luminoso y comprometido a la humanidad sufriente.
Tras diez años de pontificado, hemos querido homenajear humildemente a nuestro pastor dedicando este libro a recorrer parte de su rico y abundante magisterio a través de su pensamiento y de sus gestos, desde una perspectiva pastoral.
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