En sociedades complejas, plurales y secularizadas como en las que vivimos y habitamos en Europa Occidental, el primer anuncio se ha convertido para nosotros en una urgencia pastoral. Anunciar a Cristo a quien no lo conoce es un desafío que nuestra pastoral juvenil debe afrontar, siguiendo el mandato del Señor: salid a los caminos, anunciad a todos que el Reino de Dios está cerca. Somos, desde este punto de vista, una palabra pronunciada en el nombre de Jesús para la vida del mundo. El contexto de una Iglesia en salida, en medio de la gente, solidaria y cercana a los más vulnerables, nos urge en la búsqueda de nuevos caminos para la evangelización.
El diálogo interreligioso, contemplando el rostro de nuestros destinatarios, es más que necesario. Acogemos a chicos y chicas provenientes de otros contextos, otras culturas y otras tradiciones religiosas. Según las orientaciones del Concilio Vaticano II y de los últimos Pontífices, tratamos de abrir mente y corazón para acoger, proteger, promover e integrar a todos los que, descendientes de Abraham nuestro padre en la fe, invocamos al único Dios. Con inteligencia pastoral hemos de encontrar caminos que nos ayuden al anuncio, al diálogo y al acompañamiento «para que todos tengan vida y vida abundante» en el Señor de la historia, Jesucristo, el Hijo de Dios Salvador.
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