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La historia que es «mi historia» no es otra que la Biblia. El creyente, cuando toma la Biblia en sus manos, acaba reconociendo que las historias que tejen el entramado de la Biblia no son diferentes a nuestras historias de hoy.
Cambian personajes y circunstancias. Pero al final, el creyente acaba reconociendo Esta Historia es mi historia. Son las historias de la Biblia las que hacen posible que mi historia sea también «una historia de salvación» reconocida y vivida así.
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